Hoy os quiero hablar sobre un síndrome que me parece tan bonito como curioso... el Síndrome de Alexandría, recibe este nombre desde 1960 y se trata de una mutación genética que se produce por lo general en mujeres de ascendencia euro-americana.
Las personas que padecen esta mutación nacen con los ojos azules o grises y permanecen así los 6 primeros meses, luego empiezan a cambiar y van adquiriendo ese tono morado que se fija durante los 6 siguientes meses.
Pueden padecerlo tanto hombres como mujeres. Los efectos que producen es en la llegada de la pubertad, donde puede apreciarse que las personas que lo padecen no tiene vello facial, púbico ni axial, pero el pelo de las cejas, pestañas y cabeza sí sigue creciendo. En las mujeres se acusa más, por que no menstrúan pero siguen siendo fértiles.
Este síndrome no afecta a la vista, el sistema inmunológico de estas personas es increíblemente resistente a enfermedades y aunque tienen una piel muy pálida son resistentes al sol (no se queman ni se ponen morenos).
Parece increíble, a mi me encantaría tener los ojos morados... pero hay estudios que descartan la existencia de este color, como del negro... aseguran que no existen ojos de esos colores, y que el color depende de la cantidad de pigmento del ojo y van desde marrón muy oscuro (que se confunden con el negro) hasta el azul, y otra cosa es que nos parezcan violetas.
Muchos aseguran que Liz Taylor tenía este color de ojos, pero hay quien lo contradice basándose en que el ojo refleja la luz y varia según su alrededor (iluminación, ropa, maquillaje) y que ella se conocía y sabía maquillarse muy bien... lo que no hay duda es que tenía un color de ojos espectacular fuera morado o azul.
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