
Los reyes católicos en esa época crearon la Santa Hermandad, una especie de policia que velaba por la seguridad y el orden de los pueblos e, incluso, juzgaba los delitos.
El uniforme de estos policías era un chaleco de piel hasta la cintura y una camisa con las mangas verdes.
Muchos de los vecinos de los pueblos se quejaban de que la ayuda de la Santa Hermandar siempre llegaba tarde al lugar del conflicto, y de ahí la frase de "¡¡A buenas horas, mangas verdes", que se ha extendido hasta nuestros días.
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