Esos marsupiales que van saltando por el continente australiano con la bolsa de la compra a cuestas pueden tener la clave para la lucha contra el cambio climático. Según unos científicos especialmente inteligentes, el estómago del canguro produce una bacteria gracias a la cual sus flatulencias no contienen metano, un gas muy dañino para la atmósfera.
Una vez descubierta esta increíble proeza de la naturaleza el siguiente paso es introducir esa misma bacteria en los estómagos de todas las vacas y ovejas del país, pues los pedos de estos animalillos son los responsables del 14% de emisiones de metano en Australia. Pero el índice de criminalidad de estas ventosidades puede ser mayor pues en Nueva Zelanda, un país más ganadero, son las causantes del 50% del metano expulsado a la atmósfera.
El beneficio del desarrollo de estas bacterias no tiene límites ya que las aplicaciones prácticas en la ganadería son innumerables. Al trasplantar la bacteria a otras especies animales no sólo ayudaría a evitar el calentamiento global, sino que permitiría que el ganado tuviese una digestión más eficiente, ahorrando varios millones de dólares a sus dueños.
Parece que el dominio del pedo animal es un paso clave para que el hombre consiga controlar la naturaleza y proteger el planeta. Otra rama más ambiciosa de la investigación sería intentar dotar a las flatulencias de fragancias más agradables al olfato, para que los paseos por el campo sean más placenteros, como un recorrido por la planta de cosmética de El Corte Inglés. Quién sabe si algún día el pedo humano puedrá beneficiarse de esta bacteria excepcional.
Una vez descubierta esta increíble proeza de la naturaleza el siguiente paso es introducir esa misma bacteria en los estómagos de todas las vacas y ovejas del país, pues los pedos de estos animalillos son los responsables del 14% de emisiones de metano en Australia. Pero el índice de criminalidad de estas ventosidades puede ser mayor pues en Nueva Zelanda, un país más ganadero, son las causantes del 50% del metano expulsado a la atmósfera.
El beneficio del desarrollo de estas bacterias no tiene límites ya que las aplicaciones prácticas en la ganadería son innumerables. Al trasplantar la bacteria a otras especies animales no sólo ayudaría a evitar el calentamiento global, sino que permitiría que el ganado tuviese una digestión más eficiente, ahorrando varios millones de dólares a sus dueños.
Parece que el dominio del pedo animal es un paso clave para que el hombre consiga controlar la naturaleza y proteger el planeta. Otra rama más ambiciosa de la investigación sería intentar dotar a las flatulencias de fragancias más agradables al olfato, para que los paseos por el campo sean más placenteros, como un recorrido por la planta de cosmética de El Corte Inglés. Quién sabe si algún día el pedo humano puedrá beneficiarse de esta bacteria excepcional.